Cuando nos disponemos a llevar a cabo una acción formativa dentro de las empresas tenemos que tener en cuenta el concepto de calidad, pues es parte esencial de ello y nos redirige hacia la normativa en la que dicha acción formativa debe verse reflejada.
Para que cualquier acción formativa pueda entenderse como una acción enmarcada dentro de la calidad hay que atender a una serie de factores, indicadores y normas que exponen las directrices a seguir. Es por ello que una acción formativa debe cumplir con ello y no vulnerar la legalidad de lo expuesto, ya que supondría una transgresión de las normas y por tanto, una acción formativa que no respeta el marco jurídico y administrativo de las empresas. A la hora de cumplir hay que tener en cuenta muchos factores y este debe ser uno de ellos.
Podemos encontrar las "Normas UNE e ISO genéricas y específicas de la formación, como directrices a seguir para contar con una acción formativa de calidad y de correcta gestión. El cumplimiento de dichas normas y su puesta en práctica suponen mayor facilidad de asimilación en el trabajador, mejores resultados de empleabilidad y de accesibilidad.
Como aclaración, las normas ISO son redactas a nivel internacional y sí suponen una combinación efectiva con las normas UNE, puesto que estas son la adaptación que realizan los países de las normas ISO. Es por tanto, que dichas normas son eficientes y pretenden buscar el mejor nivel de empleabilidad en los trabajadores, así como facilitar buenas prácticas reflejadas en las acciones formativas como resultado de adquisición de nuevas estrategias, habilidades o aptitudes.
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